PEDIR LA NOVIA

 

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Casi hasta finales de la década de los años 80 del pasado siglo, era costumbre allá en el pueblo natal aquello de ¨pedir la novia¨ lo que constituía todo una ceremonia con muchas emociones e incluso algunos riesgos para la vida del solicitante. Un amigo de entonces, un poco mayor que yo, me dijo una tarde: MAÑANA PIDO A CRISTINA, los del piquete sabíamos que él andaba enfrascado en un romance de trillos con la hija de Cervelio Beli Coso, descendiente del gallego Beli, el tipo más malgenioso que la historia local podía recordar.

Aquella noticia fue una bomba; Marañita, que se apodaba nuestro joven galán, era muy querido por todos y saber que pondría su vida en juego frente al machete filoso del guajiro, era motivo de preocupación colectiva. Pero de nada valieron los consejos, el hombre estaba enamorado de verdad y aquella tarde de domingo se estrenó la camisita de cuadros verdes que le había tocado por el cupón 16 de la libreta de abastecimiento, se soltó medio pomo de perfume HIT y nos dio la mano, uno a uno, como el soldado que marcha a la misión suicida.

Todos quedamos en vilo y hasta se elucubró sobre la posibilidad de situarnos cerca de la casa de Cervelio; para luego, en el juicio por asesinato, poder asumir el rol de testigos, luego desistimos porque Pedrito La Maruga, el que más bulla hacía en el grupo, estuvo contando que Beli guardaba una granada de fragmentación que heredó de su padre y si la cosa se ponía mala, incluso nosotros íbamos a coger candela sin deberla ni temerla.

Fueron minutos terribles, hasta que pasada una hora, allá venía Marañita con cara de preocupación pero no de susto. Fue toda una sorpresa y antes de que le cayéramos a preguntas, nos aclaró lo sucedido. Contó que después de los saludos de rigor y casi deshidratado por los sudores que le provocaba la combinación de agosto – nervios –camisa nueva, por fin se decidió a pedir la mano de su adorado tormento y cual no fue su asombro cuando terminado su discurso (ensayado hasta el cansancio frente a nosotros, al espejo, a la perrita de la casa y hasta delante de la foto de la Virgen María) el futuro suegro se puso de pie, acarició el mango ennegrecido del machete y lanzando el cabo de tabaco por la ventana le dijo al asustado novio: POR FIN CARAJO, QUE DE TANTO ESPERAR A QUE ALGUIEN ME LA PIDIERA YA CASI TENGO QUE PREGONARLA.

Peor suerte tuvo Evelio que se apasionó con la hija de Zulema Silatocas Mato, que hacía funciones de custodio en la granja avícola ¨TORTILLAS DEL FUTURO¨  la cual  cumplió literalmente el pedido que el desdichado le hizo con respecto a la muchacha: le dio la mano de su futura esposa y punto, de allí ni un centímetro para arriba y mucho menos para abajo;  así tuvo a la parejita, dos años anclados en el sofá, con visitas tres veces por semana bajo su estricta vigilancia, hasta que mi amigo se cansó y terminó ¨robándose¨ la muchachita por la ventana, ante lo cual la gente comentaba con picardía: MIRA QUE ZULEMA CUIDÓ Y CUIDÓ LAS GALLINAS Y AL FINAL LE ROBARON LA POLLUELA.

Aquello fue, tal vez, el final de la era de “manos pedidas”, luego la cuestión de relajó de tal forma que ya no se pide, no digo yo la mano, ahora casi no se pide ni permiso y de buenas a primera se te cuela el novio en la casa, te cambia el canal del televisor sin previo aviso, se pone tus chancletas favoritas, te toma la cervecita del fin de semana y un par de días después usted se entera, a duras penas, de los apellidos del nuevo integrante de la familia.

 

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